Tras la caricatura electoral de 1976, se hizo evidente la necesidad de cambio y, al año siguiente, se aprobó una reforma electoral que permitió el registro de nuevos partidos. Con esta reforma se inició el lento, largo y a veces tortuoso proceso de la transición democrática mexicana.
A diferencia de los comicios anteriores, en 1982 se presentaron siete candidatos a la presidencia y, por primera vez en la historia del país, se postuló una mujer: Rosario Ibarra de Piedra, quien compitió bajo las siglas del Partido Revolucionario de los Trabajadores.
En 1988, se realizaron las primeras elecciones verdaderamente competidas del siglo XX y el país vivió la jornada con la inédita expectativa de un triunfo opositor. Los resultados, tras el famoso incidente de la “caída del sistema” la noche del cómputo electoral, sólo fueron defendidos por el gobierno y el partido ganador.
En medio de una crisis de credibilidad, inició un nuevo ciclo de reformas electorales: se creó el Instituto Federal Electoral y se ciudadanizó la organización, realización y cómputo de los votos, lo que permitió, por primera vez en la historia moderna de México, el triunfo de un candidato opositor en el año 2000.
LIGA: https://drive.google.com/file/d/1ou_tqn5tHckzmRqWiIqtw2i_Trug-fp0/view?usp=sharing
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